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domingo, 22 de diciembre de 2013

Lo raro es vivir

Mi padre era cabezón como pocos al mismo nivel que lo era de humilde y de noble. Recto y austero a veces, tierno e irónico otras, práctico. Sustituía las muestras de afecto por el regalo de sus bienes más preciados, todo cuanto recolectaba, era para los más queridos.
Hay adultos que siguen infantes sin darse oportunidad de evolucionar y aceptarse como son, los caminos de mi padre lo hicieron crecer y era sabio a sus 66 años, porque había tenido oportunidad de vivir muchas vidas,  de nacer en el campo, crecer entre almendras, trigo y olivos, de tener compañeros de viaje excepcionales en su infancia, de contar con un genial hermano mayor con espíritu emprendedor y voluntad de empresario, de asumir joven una gerencia de un proyecto de éxito, de crecer, de invertir en otros proyectos, de caer a un precipicio, de levantarse, superar problemas, aceptar cambios y de preparar el camino sereno hacia la madurez.
Mirando atrás con ojos de adulta, los Rodríguez fueron especiales, con carisma. Mi abuelo Manuel, mi tío Manolo y mi padre bebieron a sorbos la vida y la vida los dejó antes de lo que merecían.
Vivir no es algo que te ganes, no puedes hacer méritos. Puedes elegir dejar de estar, pero no puedes elegir estar más. No ha sido necesario pensar en la esperanza de vida en salud, no sirvieron de nada su asistencia sanitaria, ni el seguimiento de su tensión, no hubo síntomas que indicaran que su arteria iba a repartir su sangre en su cuerpo en lugar de llevarla por su camino, no hubo tiempo para palabras de cariño, ni abrazos, ni adioses …y eso duele.
Pienso en el dolor que debió sentir cuando murió su hermano con 38 años, tras una larga enfermedad que se lo llevó poco a poco. Manolo fue promotor del proyecto empresarial que él heredó, con las luces y sombras que trajo a una de esas muchas vidas que vivió mi padre. Poco después perdió a su padre también, ahora los pierdo a todos con él, porque sólo él podía transmitirme el saber, fruto de su convivencia.
Ángel, mi padre, era hipocondríaco, ahora pienso que con razón, la muerte de sus referentes le dio una gran lección vital, “vive vivo” y eso intentó. Nunca pudo negar su apoyo cuando se lo pidieron, lo que pasó de ser un objetivo comercial, después fue filantropía y le fue restando puntos en el carnet de la vida hasta que la suma lo arrancó de aquí.
Cuando empecé a trabajar siempre me decía, ve probando, ve aprendiendo, practica y crece.
De mi decía que era perseverante en lo que me interesaba y despistada en lo que no, no le faltaba razón, pongo el foco en temas que me preocupan y paso rápido con mirada miope por los demás. Que ya no esté es una prueba fehaciente de que la justicia no existe, que lo raro (como decía Carmen Martín Gaite) es vivir.  Porque no es justo que se quede sin vida alguien que tenía tantas ganas de recorrerla, que parecía protestante por el modo austero en que regía sus pasos, pero hedonista en el modo en que disfrutaba de lo sencillo, del contacto con la tierra, de la compañía de los que quería y los que le queríamos, que éramos muchos.
Corazón apuntalado, se aceptan donaciones de sabios que ayuden a aceptar el sentido de la vida, rechazarlo o debatirlo.